Senderos de Gloria, la película de Stanley Kubrick de la que hoy hablamos, ha pasado a la historia por ofrecer una de las visiones más críticas con respecto a la guerra, el ejército y el nacionalismo. A mí, a parte de esa visión crítica que comparto, me interesa también porque está basada en una guerra, la que se llamó la Gran Guerra (la I Guerra Mundial), que cada vez me interesa más. Como sabéis, es el primer conflicto en el que las potencias occidentales pelean entre ellas por el tablero imperialista (muy relacionado con los desarrollos de la Revolución Industrial). En España, país neutral, el conflicto entre aliadófilos y germanófilos llegaba a los bares y las tertulias. Ádemás de lo anterior, en 1917 se desata la Revolución rusa y entró en guerra EE.UU., tradicionalmente neutral fuera de Ámérica, que saldría de esta guerra como indiscutible primera potencia internacional. En Alemania, aplastada por socialdemócratas y conservadores la Revolución de los Consejos, liderada por los espartaquistas, se acaba instaurando la que fue conocida como la República de Weimar, un periodo interesantísimo en la historia de Alemania, en el que se vivió el ascenso del nazismo y el aplastamiento de la oposición izquierdista. Un periodo que culminó con la II Guerra Mundial.
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