viernes, 13 de junio de 2014

Anarquismo y lucha antialcohólica en la Guerra Civil Española (1936-1939, una breve reseña



Anarquismo y lucha antialcohólica en la Guerra Civil Española (1936-1939), de Mariano Lázaro, historiador, y Manuel Cortés, médico, es el tercer libelo que publicamos perteneciente a nuestra Serie Transhistorias, la colección de historia social y política de Piedra Papel Libros.

Los autores realizan un interesante acercamiento a un tema que, en general, apenas si se aborda en los estudios sobre anarquismo ibérico. En el artículo, que se publica en formato libelo por primera vez, podemos rastrear el origen del discurso antialcohólico vinculado al movimiento libertario. Un discurso que, al menos durante la Guerra Civil, se vio radicalizado en cierta forma, debido sobre todo a la exigencia de una moralidad intachable que sirviera de cimiento para lograr la victoria en la guerra y la consolidación de proceso revolucionario que puso la economía en manos de los trabajadores y trabajadoras.

No obstante, un aspecto de los que se nos antojan más interesantes de este breve trabajo, es que desvela la contradicción ―vivida con pasión en la prensa libertaria― entre el discurso antialcohólico radicalizado al que aludíamos anteriormente y el sostenimiento por parte de los sindicatos anarquistas de un buen número de industrias vinculadas a la producción de vinos y licores que habían sido colectivizadas previamente. Sería precisamente esa contradicción, junto a otros factores citados en el artículo, la causante de que, a efectos prácticos, la política antialcohólica del movimiento libertario no tuviera un recorrido mayor, quedando circunscrita a los círculos de militantes más comprometidos con la Idea.

Para finalizar, quisiéramos destacar el estilo, riguroso pero divulgativo, con el que está escrito el artículo. Una obra breve que, al menos bajo nuestro punto de vista, invita al lector a interesarse por una faceta del movimiento libertario a menudo invisibilizada por los historiadores cercanos a los paradigmas liberal o neomarxista (que son los que predominan en el ámbito universitario). Esperamos que os guste.
- Reseña publicada en el número 6/10 del fanzine COTARRO.


lunes, 9 de junio de 2014

Urbanismo, espacio y dominación (fragmento)


Diríase que son los cambios constantes quienes han borrado la memoria a la población obrera e invalidado la experencia, las referencias, el criterio y las demás bases de la objetividad y verdad, impidiendo que los trabajadores sacasen las conclusiones implícitas en sus derrotas. Además los cambios han pulverizado a la misma clase obrera, disolviendo cualquier relación y convirtiéndola en masa anómica. Lo cierto es que la adaptación a las exigencias de la globalización requiere acabar con los mismísimos fundamentos de la conciencia histórica, con el propio pensamiento de clase. Para que las masas sean ejecutoras involuntarias de las leyes del mercado mundial han de estar atomizadas, en continuo movimiento y sumergidas en un inacabable presente repleto de novedades dispuestas ad hoc para ser consumidas en el acto.

- De La urbe totalitaria, El Comité Invisible (2007), incluido en Urbanismo, espacio y dominación (La Neurosis o Las Barricadas Ed.).

domingo, 1 de junio de 2014

Hanns Eisler o la vida como una sinfonía incómoda

Portada de uno de sus discos
Teníamos muchas ganas de hablar de él. Siempre simpático, siempre directo, la figura de Hanns Eisler ―a pesar de ser prácticamente desconocida por estos lares― no pierde su brillo en la historia secreta de los artistas rebeldes. 

Eisler fue un compositor de música alemán que comenzó su carrera en la turbulenta República de Weimar. Vinculado estéticamente a la escuela de la Nueva Objetividad, más conocida en pintura por autores como Otto Dix o George Grosz, comenzó a destacar a raíz de componer la música de varias obras teatrales de su amigo Bertolt Bretch. A partir de ahí, sus canciones fueron utilizadas en películas y espectáculos, convirtiéndose algunas (en especial la Canción de la Solidaridad) en verdaderos himnos populares conocidos por todos los trabajadores de los barrios industriales de Alemania. 

Eisler (derecha) junto a Bertol Brecht
Como otros muchos artistas de esta época, la llegada al poder de los nazis le obligó a exiliarse. Eisler eligió emigrar a los Estados Unidos, donde, a pesar de los duros comienzos, se labró un presente brillante, ejerciendo la docencia en prestigiosas escuelas, componiendo música de cámara de carácter experimental e incluso trabajando para la industria del cine. No obstante, la situación cambió pocos años después. Concretamente, la carrera de Eisler en los Estados Unidos se vio truncada debido a que cayó bajo el punto de mira del Comité de Actividades Antiamericanas. Acusado de tener afinidad con la Unión Soviética, en 1948 fue deportado fulminantemente; un hecho que le obligó a buscar refugio en la República Democrática Alemana. 

Allí fue bien recibido en un primer momento. De hecho, Eisler fue el autor del himno de la antigua Alemania comunista. También retomó su labor docente en el conservatorio de Berlín. Pero pocos años después, y tras realizar una versión muy personal de Fausto, se ganó la animadversión de los censores culturales del régimen de la RDA. A partir de ahí, sur relaciones con el gobierno comunista se fueron tensando cada vez más, de tal forma que fue llamado a declarar en más de una ocasión para garantizar su adhesión al régimen. 

Siempre incómodo, la vida de Hanns Eilser podría ser el argumento de una buena película; una vida en la que fue ganando amistades tan valiosas como la de Chaplin o Stravinski. Sus últimos años estuvieron marcados por una profunda depresión, ocasionada, entre otros factores, por la muerte de su gran amigo Bertolt Bretch.

- Publicado en la sección Arte con clase del número 5/10 de COTARRO.

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