sábado, 29 de marzo de 2014

Se cumple el 77 aniversiario del bombardeo de Jaén

La Legión Condor nazi, imprescindible en la victoria del bando 
franquista. Fueron los aviones de este cuerpo de intervención
quienes bombardearon nuestra ciudad de forma sistemática.
Dentro de apenas un par de días, el 1 de abril, se cumple el 77 aniversario del bombardeo de Jaén. Desde luego, la fecha no se presta a ninguna celebración, pero no deja de ser una excusa para realizar un ejercicio de memoria que ahora, en estos tiempos que corren, cuando nuestra identidad parece diluirse en un racimo de marcas, se nos antoja tan necesario como siempre. Un ejercicio de memoria, decimos, y, por lo tanto, un ejercicio incómodo para aquellos que pretenden pasar de puntillas por un momento de nuestra historia que marcó a cientos de familias.

Que cada uno llore a sus muertos, dirán. Sí, podemos estar de acuerdo con esa afirmación, pero no queremos obviar que durante años y años la memoria petrificada y laureada de los caídos por Dios y por España ha permeado el imaginario colectivo de una población, la jienense, que mayoritariamente ignora los hechos que acaecieron el 1 de abril de 1937, cuando una escuadra de aviones de la Legión Condor alemana bombardeó nuestra ciudad de forma sistemática, asesinando a 159 personas, la mayoría de extracción humilde. 

Fotografía del bombardeo de Jaén tomada desde uno
de los aviones (pincha en la imagen para ampliar)
De lo que hablamos, en definitiva, es de la necesidad de amplificar urgentemente el relato de nuestra historia más reciente. Amplificarlo en el sentido de hacerlo más complejo, menos reduccionista, más rico en matices y, en consecuencia, mucho más honesto; pero también amplificarlo en el sentido de traerlo con mucha más fuerza a nuestro presente, tan desmemoriado y destejido, tan insolidario y, hasta cierto punto, tan incongruente. Recordar, decíamos en una entrada anterior*, no deja de ser un infinitivo construido socialmente y sometido, precisamente por eso, a las presiones invisibles de la arena política, en la que todos y todas tenemos mucho que decir.

Pensemos, por tanto, que todas estas efemérides malditas pueden servirnos de oportunidad para, en la medida de lo posible, tomar la palabra con la que participar en la urdimbre de un relato recreado permanentemente. No dejemos la palabra al poder. La historia a pie de calle exige el compromiso de los que están manchados y el apoyo de la gente que la (com)padece. Desde tr(a)nshsitoria, hace años que apostamos por ello. Sumemos fuerzas pues.

* (Com)padecer la historia: memoria, poder, conflicto: 

lunes, 10 de marzo de 2014

Ramón Acín: irreductible humanista


Ramón Acín (1888-1936) fue un artista polivalente y multidisciplinar nacido en Huesca. También fue un importante pedagogo con una importante obra teórica en este aspecto. Desde muy temprano, Ramón Acín destacó por hacer un uso político de sus conocimientos teóricos y artísticos. Militante del movimiento libertario aragonés, podemos decir que la militancia anarquista de Ramón Acín deviene de su profundo humanismo, fruto del cual siempre se opuso a cualquier interpretación sectaria o dogmática del ideal libertario. Este hecho le permitió adquirir un gran prestigio en Aragón como intelectual comprometido, pero con los pies en la tierra. 

Muy influyente en su trayectoria fue el viaje que realizó a París en 1926. Su breve estancia en la capital francesa le permitió familiarizarse con las vanguardias europeas, lo que a corto plazo le hizo avanzar en su trabajo como artista, consiguiendo que sus obras adquirieran un cariz más universal, menos pegado al terruño. No obstante, el afán didáctico de su trabajo no dejó de ser una constante y siempre se preocupó porque su trabajo estuviera al servicio del pueblo y del ideal libertario. 


Sería precisamente su compromiso militante lo que le causaría la muerte. El 18 de julio de 1936, poco después del alzamiento, Ramón Acín y un grupo de anarcosindicalistas oscenses se dirigieron al Gobierno Civil para pedir armas con las que frenar el alzamiento en su ciudad. El Gobernador les tranquilizó diciendo que la ciudad estaba bajo control. Un día después, las tropas rebeldes del ejército franquista entraron en Huesca, persiguiendo inmediatamente a los militantes más destacados de las organizaciones obreras. Ramón Acín permaneció oculto en su casa hasta el día 6 de agosto. Ese día, sus captores entraron en su casa y comenzaron a pegarle a su mujer. Acín salió de su escondite y se entregó. Ese mismo día, Ramón Acín fue fusilado en las tapias del cementerio de Huesca. Su mujer, Conchita Monrás, sería fusilada un par de semanas más tarde junto a un centenar de antifascistas. 

La obra de Ramón Acín y su legado teórico e ideológico, permanecen vivos en su ciudad natal y poco a poco son cada vez más conocidos por los aragoneses. Buena parte de culpa de esa mayor difusión de su trabajo e influencia la tienen la fundación que lleva su nombre y el Museo Pedagógico de Aragón, donde hay una sección dedicada a su figura.

- Publicado en la sección Arte con clase del número 4/10 del fanzine COTARRO.
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