viernes, 25 de septiembre de 2009

Alemania (1918-1939), la cuna del terror



Es difícil imaginar la Alemanía de entreguerras. En 1918 el país había salido derrotado en la I Guerra Mundial, el gran salto adelante de los nacionalistas prusianos. Tiro por la culata. En 1918 le revolución de los consejos, liderada por los espartaquistas y secundada por todos los sectores revolucionarios a la izquierda de la socialdemocracia, es aplastada por el estado (con la inestimable colaboración del Partido Socialdemócrata Alemán). Doble derrota. Derrota nacional. Derrota de clase. Un país de resentidos. Pobreza, humillación y revanchismo. El partido nazi subiendo como la espuma. Su política de paramilitarización de las calles. Convenciendo a los obreros de que el problema de todos los males de Alemania estaba en los judíos y en los comunistas. Los comunistas... Los comunistas alemanes con fuerza en muchas ciudades alemanas, aliados y enfrentados a los socialdemócratas de izquierda, los independientes, escindidos de ese gran partido de estado que por entonces ya era el SPD (con sus carteles antitotalitarios y su discuro demócrata pequeñoburgués). Alemania de entreguerras... Cristales rotos, barrios rojos y peleas en las calles. Bolcheviques y camisas pardas partiéndose la cara todos los días en la calle. Y en la sombra, un grupo de tarados planeando la revancha. Seis millones de judíos muertos, medio millón de gitanos, todo un país entregado a la locura del empoderamiento racial... La peste nazi. El horror real.

1 comentario:

julia dijo...

el absurdo de luchar por algo de lo que uno o ouna no puede sentirse orgulloso... no es posible sentirse orgulloso de la raza o de la nacionalidad, o de los ojos azules o de tener ojeras de nacimiento... es algo que nos viene dado... por eso de lo que yo me puedo llegar a sentir orgullosa es de intentar se justa, pero no de ser española o rubia o vizca o aria o su puta madre...

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