jueves, 13 de agosto de 2009

Historia de las drogas (vol. 1), de Antonio Escohotado

"Considerando que el Estado debía promover un libre examen de las cosas, que permitiera a la verdad valerse por sí misma, sin ayuda de tutores, Marco Aurelio había dispuesto que se abrieran bibliotecas públicas en las principales ciudades, y que en las escuelas se enseñaran todas las corrientes de pensamiento. Al institucionalizarse la fe cristiana, muchedumbres incendiarias se encargaron de convertir en humo esos proyectos de ilustración. El obispo Teófilo dirige personalmente a los fieles que en el año 391 destruyen las impúdicas pinturas y esculturas del museo de arte de Alejandría, en cuyas llamas perece parte de la biblioteca; más tarde el fuego purifica totalmente la biblioteca real o Basílica de Juliano, y desaparecen 120.000 volúmenes, entre ellos los más antiguos rollos que contenían poemas homéricos. Para mayor gloria divina es el emperador León III quien luego ordena quemar unos 40.000 volúmenes de la Biblioteca de Bizancio. El número de templos, escuelas y bibliotecas paganas consumidos por las llamas resulta incalculable"

1 comentario:

nueva gomorra dijo...

Aún no he tenido ocasión de leer al bueno de Escohotado, aunque ya casi que me lo sé de tanto como aparece en vuestras conversaciones. Esta quema me recuerda a aquella otra de las bibliotecas y museos de Bagdad durante la Guerra de Irak, otra aberración más para acabar con la libertad de pensamiento y con la historia de un pueblo. Me acuerdo cómo se habló en los medios de desafortunado incidente (¿tambi´ne estos daños colaterales?)...¡benditos eufemismos para hablar de la aniquilación de la cultura! Y es que es fundamental mantener a los pueblos en la ignorancia, de ahí a la programación de nuestra querida televisión y tantas otras cosas... Gracias por recordar, Trans(h)istorio. Te seguimos.

Bramina

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