Este año se
cumple el centenario del estallido de la Primera
Guerra Mundial, la Gran Guerra. No tenemos espacio suficiente para bucear
en la causas ni tampoco creemos que un fanzine sea el lugar más apropiado para investigar sus consecuencias, pero no queríamos pasar la oportunidad de realizar un acercamiento al
tema desde un punto de vista relativamente inusual, pues hablaremos de la
influencia de la Gran Guerra en algunos creadores –artistas y escritores– de la
época.
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Otto Dix (1891-1969) |
Sin duda
alguna, Sin novedad en el frente, publicada en 1929, es la obra que,
bajo nuestro punto de vista, mejor describe los horrores del frente y es capaz
de trasmitir el cambio en la mentalidad de los jóvenes soldados. Muchos de
ellos, como aparece en la novela, llegaron a las tricheras con los ideales
patrióticos indemnes y salieron de ellas destrozados física y
anímicamente, renegando de la guerra y las proclamas nacionalistas. Su autor, Erich Maria Remarque tuvo que exiliarse en los EE.UU. tras la subida al poder de los
nazis, que llegaron a quemar sus libros.
Otros
escritores, sin embargo, acogieron el estallido de la Gran Guerra como un
acontecimiento al que, de una manera o de otra, no se podía faltar. Robert Graves fue uno de
ellos. Su entusiasmo le duraría poco. Herido de gravedad en la Batalla del Somme, donde participarían
otros escritores como J.R.R. Tolkien o Ernst Jünger, dejó un testimonio del
horror en Adiós a todo eso. Su vida, al igual que la de tantos otros,
quedó marcada a sangre y fuego por la experiencia bélica.
Hubo otros
escritores que, a diferencia de Graves, tuvieron menos “suerte”. Hector Hugh Munro, conocido por su
pseudónimo Saki, fue abatido por un
francotirador en noviembre de 1916. También Wilfred Owen, poeta británico autor del impresionante poemario Poemas
de de Guerra, murió una semana antes de que acabara el conflicto bélico; de hecho, su madre recibió el telegrama comunicando la muerte de su
hijo el día que se firmaba el armisticio.
También fueron varios los pintores afamados
que murieron en el conflicto. August
Macke y Fran Marz fueron dos de ellos. De este último, pintor expresionista del grupo Der Blaue Reiter, se conservan algunas
cartas donde muestra su terrible desesperación (compartida con su propia
generación).
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Céline, otro escritor en la Gran Guerra |
Otros pintores alemanes vieron la muerte de
cerca y mostraron en su obra los horrores de la Gran Guerra. Max Beckmann, por ejemplo, se alistó
para servir como médico y tuvo que regresar del frente debido a un colapso
nervioso. Tras el final de la guerra publicó una serie de litografías titulada El
infierno. Ernst Ludwig Kirchner, otro reconocido pintor expresionista, también sufrió una
parálisis nerviosa que contribuyó a empeorar su equilibrio mental, ya frágil
antes de tomar las armas.
Pero sería otro autor expresionista alemán, Otto Dix, quien –a la manera
de Goya– mejor describiría los desastres de la
guerra. Dix se alistó como artillero y combatió en los frentes ruso y francés.
Su experiencia en las trincheras le hizo renegar
de los valores patrióticos inculcados por la prensa nacionalista alemana.
Como soldado veterano, padeció la guerra química y los ataques de artillería
pesada que solían quebrar el ánimo y la mente de miles de soldados. Esa angustia cotidiana, ese pavor diario, junto con el absurdo consecuente, trabaron en la
personalidad de Dix un pesimismo de
carácter existencial que, a decir verdad, no le abandonaría durante toda su
vida, quedando plasmado en su obra pictórica.
- Publicado en el número 6/10 de COTARRO.