Seamos o no seamos creyentes, la historia del
cristianismo, si se conoce bien, resulta una historia interesante, llena de
acción, oscuros manejos, romances y guerras santas (y algunas no tanto); un
novelón. De hecho, una de sus líneas argumentales podríamos titularla Persecución
y tiene que ver con las purgas internas dentro del seno de la cristiandad,
la mayoría de ellas orquestadas desde el Vaticano.
Una de esas sanguinarias persecuciones se
llevó a cabo durante el siglo X, un
siglo que la historiografía ha considerado crítico, ya no solo por el miedo
generalizado al cambio de milenio, sino por la sensación de amenaza permanente
experimentada por la Europa cristiana, amenaza por el al-Andalus islámico en el sur, por las tribus magiares en el este y por los pueblos normandos en el norte. Fue en este tiempo turbulento
cuando, al este de Europa (sobre todo en Bulgaria), nació una corriente herética que se extendió como
la pólvora. Nos referimos a los bogomilos.
Los bogomilos heredaron algunas de sus
creencias de una herejía anterior, la de los paulicianos. Como ellos, los bogomilos tenían una concepción negativa del mundo y de la
creación misma. Pensaban que el Dios del Antiguo Testamento, el que supuestamente
creó el mundo en siete días, era en realidad un ser maléfico. En otras
palabras, creían que todo lo creado era
malo y que la vida no se podía experimentar sino como una auténtica
condena. En otro orden de cosas, negaban el origen divino de Jesucristo y la
validez de los sacramentos. Vivían en comunidades
aisladas que formaban en entornos montañosos. Su concepción negativa de la
creación, les hacía renunciar a la
procreación y reafirmarse en el celibato. Teniendo en cuenta esto, es fácil
entender que prohibieran el matrimonio, que practicaran ritos de masturbación colectiva en la que desperdiciaban semen (una
fuerza vital y, por lo tanto, maléfica) y que la gente los tomase por homosexuales convencidos. De hecho, la
palabra bujarrón deriva de ellos
(Wikipedia dixit).
Como decíamos anteriormente, los bogomilos
fueron cazados como ratas y casi exterminados por los ejércitos de los
emperadores bizantinos. Sin embargo, su influencia
en herejías posteriores, como la de los valdenses
o los cátaros es innegable, lo que,
hasta cierto punto, implica que su legado se mantuvo vivo mucho más tiempo, al
menos hasta XIII.
- En el número 2/10 de COTARRO.
1 comentario:
Tengo una duda acerca de sus ritos, pues había leído que dentro de sus "costumbres" o "tradiciones" constaba en comer "niños" ¿esto es verdad?
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