sábado, 24 de septiembre de 2011

La cocina del hambre se va a zampar mi blog


Tr(a)nshistoria, mi particular historia disidente y periférica, es muy de fin de semana medianamente libre. Y la verdad es que se está convirtiendo en un blog de historia menos periférica de lo que yo esperaba, entre otras cosas porque siempre ando metido entre papeles viejos de aquí y no de allá, papeles llenos de polvo que se te mente entre la ropa y pica una barbaridad. Por eso este blog, lo que se cuenta en él, está condicionado ya no solo por las lecturas azarosas que recalan en mis manos sino por mi propio trabajo. Precisamente de algo relacionado con el mismo quería hablaros hoy. Hace poco cayó en mis manos una cartilla de racionamiento de las que se expedían en la posguerra española. Era uno de los instrumentos básicos para el control del abasto público durante los años de la llamada autarquía econónima, concretamente los primeros años del franquismo. A partir de ahí me planteé la idea de escribir algo y el título fue lo primero que apareció: La cocina del hambre: Jaén durante la posguerra inmediata (1939-1945).

El artículo, que espero colgar algún día aquí después de que sea leído como comunicación en unas jornadas, se centrará en las consecuencias que el hambre tuvo en la población giennense. Consecuencias, sí, porque el trabajo histórico sobre las causas del mismo (autarquía, estraperlismo, estancamiento de la producción agraria, sistema de control social) está muy desarrollado y me interesa menos. También utilizaremos entrevistas a los que entonces eran niños de posguerra y algunos artículos más que interesantes elaborados desde la perspectiva de la antropología de la alimentación. Si no sabéis de qué demonios estoy hablando cuando hablo de antropología de la alimentación, aquí tenéis un adelanto: Bueno para comer, bueno para pensar. ¡Buen provecho!

jueves, 15 de septiembre de 2011

Mi pequeño tesorillo documental

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El topo soviético
se ha dejado en mi lápiz óptico un montón de fotos del Archivo Histórico del PCE. Fotos de congresos, mítines y manifestaciones, pero también de recortes de periódicos históricos de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Incluso hay algo de la CNT y la FIJL. Se supone que parte de este material lo utilizará para la realización de un video que conmemore el noventa aniversario de la UJCE, las juventudes comunistas. Las fotos son muy chulas, sobre todo las de la Guerra Civil. Las de los setenta también están bastante bien, aunque los jóvenes carrillistas tienen bastante menos encanto que las jovenzuelas ultramilitantes de la antigua JSU. Por ejemplo, me encanta esta foto que he colgado hoy. Sus caras me resultan muy contemporáneas, como de hoy mismo. Fijaos en la joven comunista de gafas. El caso es que espero aprovechar este tesorillo documental para hacer alguna entrada en condiciones o incluso algún artículo. Todo se andará. ¡Mucha suerte con el video!

sábado, 10 de septiembre de 2011

Mi universidad es más rara que un perro verde



Estudio Antropología Social y Cultural en la UNED. La UNED es mi universidad. La UNED es una universidad muy rara. A veces funciona como el culo pero otras veces me sorprende su atrevimiento, a veces diría incluso que su valentía. La UNED produce breves documentales como este que os presento hoy: un documental bastante objetivo sobre el Movimiento 15M. Un documental que empieza con un temazo que en su día fue incluido en la banda sonora original de Spaw, una mierda de película que tiene, sin embargo, una BSO de aúpa. Y luego, entre otros expertos algo más descafeinados, aparece José Luis Velasco, antiguo secretario general de la CNT, economista y anarquista de la FAI. ¿Sabrán los de la UNED de qué palo va Velasco? Supongo que sí; como os decía al prencipio, la UNED es una universidad rara y a veces sorprendente, un poco perro verde. Quizá tenga que ver con su alumnado.

sábado, 27 de agosto de 2011

Más sobre Otto Dix


Dix es un artista variopinto. No es exclusivamente un "denunciante social" ni un "pluralista de estilo", cuyo arte vive sólo de citas. Es más bien un aventurero crónico y un cronista gráfico de su tiempo. No se trataba para él de acercarse a un ideal absoluto, ya que fue siempre un espíritu escéptico. Se trataba de hacer visibles procesos vitales. Y también, aunque a primera vista no lo parezca, de representar la belleza que él encontraba en la variedad del mundo, y el "ansia de vivir" relacionada con esa belleza. Al igual que sus modelos, los pintores del siglo XVI, Dix fue en sus "mejores" años, los años veinte, un constructor de su motivo, que ordenaba el material de sus percepciones según principios estrictamente tectónicos. Dix reflejó el mundo como teatro, como asunto grotesco. Pero la forma elegida para ello se remitía al canon clásico de belleza. Dix vivió su vida y estuvo al servicio del arte, ya que también para él valía la antigua regla que expresó implacablemente el pintor norteamericano Ad Reinhardt: "Vida es vida, arte es arte".

-Dix, de Eva Karcher, Taschen (página 208).

viernes, 26 de agosto de 2011

Dix y Goya: ¿una mirada común?



Un hilo invisible recorre el camino que va de Goya a Otto Dix. Sus biografías son hasta cierto punto semejantes. Salvando las distancias, podemos decir que ambos son pintores comprometidos, antes que nada, con su propia libertad interior. Creo que ninguno de los dos se rebajó a ser gregario. También parece que ambos vivieron con una intensidad envidiable. Apenas si los conozco en profundidad, pero es grato comprobar que existe más de un paralelismo en los itinerarios existenciales de estos dos artistas, a los que admiro desde hace tiempo. También hay evidentes semejanzas entre algunas de sus obras. Os presento, por ejemplo, la existente entre Los fusilamientos del 3 de mayo y Combate en la calle, un cuadro requisado por los nazis por considerarlo "degenerado" y que fue destruido en 1954. Una obra, esta última de la que os hablo, que muestra un episodio de la guerra civil desatada en Alemania tras la revolución consejista. Seguiremos investigando.

domingo, 31 de julio de 2011

Sobre los lacandones: morir antes que perder la identidad

He encontrado esta historia, la de los lacandones, en un viejo libro de antropología expurgado del fondo de la Biblioteca Provincial. El título ya lo dice todo: Los últimos primitivos, de Folco Quilici. Las negritas son mías.

"No es menos cierto, por otra parte, que el rechazo y la soledad resultan insuficientes para garantizar la supervivencia. Antes bien, el aislamiento como último refugio constituye una terrible arma de autodestrucción. Los lacandones, últimos descendientes de los mayas, viven escondidos en la impenetrable maleza de la selva centroamericana, donde los bejucos se alteran con los caobos y el chicle, donde torrentes impetuosos interrumpen todos los caminos a quienes no conocen los vados, y los senderos son resbaladizos e impenetrables. La finalidad de su existencia parece consistir en mantener vivo el recuerdo de los lejanos antepasados mayas. Rechazada la conversión, no hay misioneros junto a ellos, y persisten en su culto de los dioses de la jungla, realizan peregrinaciones a los antiguos templos semisepultados, y celebran casi cada día, en sus míseros poblados de hojas, solemnidades tradicionales que en otro tiempo festejaban de manera grandiosa. Huyendo de todo contacto, los lacandones, de carácter apacible y con el rostro prematuramente cubierto de arrugas, pagan su libertad con una existencia dura y triste, siempre luchando por obtener medios de subsistencia. El exilio en la selva ecuatorial significa aceptar la condena de la extinción, pero, por otra parte, los lacandones saben bien que la civilización de los blancos es sinónimo de dolor, opresión, muerte y engaños. Por eso ellos, como tantos otros grupos de primitivos de los bosques tropicales de Sud y Centroamérica, no quieren tener más contactos con el mundo civilizado que avanza. Parecen preferir la muerte a una existencia de compromiso".

lunes, 25 de julio de 2011

Tierra de España y el falso hispanista John Cross



Una cosa me lleva a otra. Interrogatorios, de Dashiell Hammett me conduce a The Spanish Earth. Se abre el libro con un prólogo de los editores principiado así: Hagamos que esta historia comience el 8 de julio de 1937. En la Casa Blanca. El cineasta Joris Ivens y el escritor Ernest Hemingway, que acaban de realizar conjuntamente la película The Spanish Earth, están invitados a cenar esa noche con el presidente Roosevelt y su señora. Tras los postres y acompañados por las primeras copas y los habanos, los cuatro asisten a un pase privado del filme, que aborda con una lucidez y belleza singulares el conflicto de la Guerra Civil Española y la lucha republicana por la democracia. Efectivamente, quedaos con lo anterior. Plagiamos un poquito e insistimos, sí, The Spanish Earth, Tierra de España, es una película que aborda con una lucidez y belleza singular el conflicto de la Guerra Civil. Era necesario repetirlo. Es lo más importante de la entrada y lo que os llevará a ver el documental... Lo demás es literatura, autoficción en suma.

Viendo esta película, que desconocía a pesar de todo, me he pensado como un joven hispanista. Una vez más, he sentido el extrañamiento que me provocan las imágenes de los frentes. Recuerdo a un joven de apenas quince años que entra en una librería para gastarse todos sus ahorros en una cara edición de El laberinto español. Recuerdo a un joven de dieciséis años que recorre las laderas del Cerro del Cabezo buscando las marcas del asedio. Recuerdo a un joven de poco más de veinte años buscando los posos de la memoria de los muertos al otro lado del charco, en México lindo, ese corajudo país que no nos quiso dejar solos, y que pagó por ello. Claro que sí. Recuerdo a ese joven y pienso que podría haberse llamado, por ejemplo, John Cross, y ser de Glaswog. Y entonces, como no, después de ver esta película, me lo imagino rastreando los restos todavía existentes de la Batalla de la Ciudad Universitaria, los edificios que defendieron las Brigadas Internacionales y aquellos cuyo suelo protegieron los milicianos anarquistas desplazados desde Aragón.

Facultad de Filosofía durante la Batalla de la Ciudad Universitaria

Hace 75 años ya de esa batalla y del resto de batallas reflejadas en el documental de Ivens, pero el hispanista, sabedor del peso de la memoria en la construcción de la identidad, se sigue emocionando cuando, de nuevo una vez más, ve la imagen de los milianos avanzando, sus figuras recortadas contra el sol, y piensa -ya no como ese falso hispanista del que hablo sino como el joven que cree ser- en la madre de todas las derrotas, aquella certificada por Franco el 1 de abril de 1939. Una derrota que atraviesa como una espina medular la construcción identitaria, consciente e inconsciente, de varias generaciones de hombres y mujeres de izquierdas, traicionados por los suyos muchas veces, que al día de hoy siguen exigiendo una tierra nueva, un hogar al refugio de las bestias, libre de barbarie. Hombres y mujeres, ya digo, hechos de la pasta de los que yacen todavía sepultados en las fosas. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, de pie sobre la tierra. Echados a la vida a pelear con la certeza de que serán derrotados, y a pesar de todo, caminan sin temor y son justos, y felices.
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