Poco tienen que ver los anarquistas con el ejército. Poco o mucho, depende de cómo se mire. Incluso hay veces que todo se confunde y te encuentras, por ejemplo, con un batallón armado hasta los dientes de camisas negras, negras como el carbón, pero lucidas por anarquistas. Anarquistas que, para más inri, llevan banderas con algo parecido a las calaveras de las SS (aunque nada más lejos).
Empiezo a explicarme. Conocí su existencia al leer La CNT en la Revolución española, el voluminoso libro de José Peirats. Supe que se llamaba el Batallón de la Muerte, aunque también se le conocía como Centuria Malatesta. También supe que murieron casi todos y que uno de sus comandantes fue Camilo Berneri (el de la foto), hay es nada, el autor de Entre la Revolución y las trincheras, asesinado por los comunistas en el 37 por defender el principio de ganar la guerra, pero también la revolución.
Se trataba -me refiero al batallón italiano- de un grupo de antifascistas libertarios, fogueados en los arditi del popolo, que habían huido de la italia mussoliniana esperando batirse el cobre contra el fascio en otros territorios. Algunos de ellos había llegado a Barcelona unos meses antes para participar en la Olimpiada Popular, organizada por los obreros para hacer frente a las olimpiadas de Berlín que iban a celebrar los nazis.
Los imagino desfilando por las calles de Barcelona. Seguro que darían bastante miedo al personal. Entre milicianos desarrapados y fogosos, imaginad esa tropa perfectamente uniformada. Su estantarte copiado de los revolucionarios majnovistas que durante la revolución rusa defendieron el comunismo libertario, la anarquía, hasta que el ejército rojo pasó por encima de ellos a sangre y fuego. Exactamente lo mismo que veinte años después en Aragón. Cambiamos a Trotsky por Líster y tenemos una repetición perfecta. La varguardia pasando por encima de los espontaneístas, capaces, mira por donde, de levantar un proyecto revolucionario sin el liderazgo del partido comunista (¡y en plena guerra!).
Poco más se sabe de ellos. Como tantos otros voluntarios extranjeros, dieron con sus huesos en una tierra que acabaría por igrorarlos. Hoy al menos unas cuantas fotos nos permiten saber que existieron de verdad.
3 comentarios:
Para algunos siempre es mejor ganar la guerra a costa de perder la revolución; mejor lo malo conocido que las ganas de un cambio profundo que no les interesa en absoluto. Saludos
Como otros muchos dejaron su vida aquí, pero a estos encima les dejaron con mala fama por el desastre en las batallas que participaron. Pero, coño, no eran soldados, sino milicianos.
Entero de buena la bitacora. A continuación un link con info sobre Los Ardite del Popolo:
http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article2928
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