
En esta escena iluminada por la luna, sonrientes parejas y una familia se entrelazan en gozoso jolgorio, mientras una mujer sin pareja baila sola. En el fondo hay una colina rocosa coronada por un inquietante castillo, y el mar riela a lo lejos. El uso de un marcado claroscuro -luz y sombra vivamente contrastadas- con su sugerencia de los perturbadores secretos ocultos en las sombras, da a sus pinturas un clima misterioso que recuerda a las obras de los surrealistas Ernst o De Chirico. Sus pinturas figurativas tienen una fuerza encantadora, aunque a menudo siniestra. Construidas con una perspectiva torpe y una extraña distorsión de la escala, las extrañas e inquietantes figuras representan escenas que transportan al espectador a un nostálgico mundo fuera del tiempo. Los recuerdos de infancia de Rego y sus experencias formativas de adulta han ejercedido una poderosa influencia en el proceso creativo: el miedo, la inocencia, la dominación, la sexualidad y la evasión de la realidad se repiten como temas familiares. La inspiración de Rego proviene también de los libros de canciones infantiles, muchos de los cuales ha ilustrado.
- De El ABC del arte del siglo XX (Phaidon).