
"Necesitamos de la historia, pero la necesitamos de otra manera a como la necesita el holgazán mimado en los jardines del saber". F. Nietzsche
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Los 47.349

jueves, 23 de diciembre de 2010
Los hombres del tiempo que ponían bombas
El Moli me pregunta que si tengo algo sobre los hombres del tiempo... ¿Qué? Sí, sobre The Wheather Underground. Le digo que por supuesto, que tengo un librillo por ahí de Servando Rocha donde, junto a los hipsters que se pusieron serios, aparecen los yippies, la Nación del Islam o los panteras negras. Un libro del que alguna vez ya he hablado aquí: Los días de furia.
El caso es que le presto el libro al Moli. Se lo lee en cuatro ratos. Ambos pensamos en esta gente, en su extraña determinación, en su lucha armada (volaron por los aires no sé cuántos edificios oficiales sin que muriera nadie). Y pensamos en el precio de la violencia y en la salida militarista que tuvo mayo del 68. A mí al menos se me pasan varios nombres por la cabeza... Aquello de la extrema-izquierda, Vietnam del Norte sacándole las tiras a la máquina de guerra yanqui, la RAF o las Brigadas Rojas, lo de ETA p-m, y pienso en qué pensaría esta gente hoy en día si viera lo que vemos todos: Irak, el capital campando a sus anchas, los gobiernos de izquierdas poniendo el culo, los sindicatos de rodillas, la juventud anestesiada o temblando de nostalgia, el adocenamiento de los intelectuales, la comunitas confundida con eso que llaman redes sociales...
Y pienso que sentirían el mismo frío que yo tengo hoy.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Helios Gómez (1905-1956)



Años antes había viajado por media Europa (Alemania, Francia, la URSS), agitando conciencias e intentando movilizar a los trabajadores y trabajadoras con sus diseños, caracterizados por el uso del blanco y el negro y una técnica compositiva particular -esa especie de vanguardismo plano- que siempre le mantuvo a distancia de los realistas sociales de origen soviético. Su hetedoroxia nos resulta, por tanto, innegable.
Ya en España, en 1931 pasó a integrar las filas del PCE. En ese mismo año fue detenido por sus actividades subversivas, ingresando en la cárcel de Madrid, de donde fue trasladado a la de Jaén. Desde allí, y una vez conseguida la libertad provisional, viajó a Bruselas, de donde regresó años después (tras su paso por la URSS) para sumarse a la revolución de 1934. Fue en ese momento cuando lo detuvieron una vez más, siendo encarcelado en un barco prisión.

