La Legión Condor nazi, imprescindible en la victoria del bando franquista. Fueron los aviones de este cuerpo de intervención quienes bombardearon nuestra ciudad de forma sistemática. |
Dentro de apenas un par de días, el 1 de abril, se cumple el 77 aniversario del bombardeo de Jaén. Desde luego, la fecha no se presta a ninguna celebración, pero no deja de ser una excusa para realizar un ejercicio de memoria que ahora, en estos tiempos que corren, cuando nuestra identidad parece diluirse en un racimo de marcas, se nos antoja tan necesario como siempre. Un ejercicio de memoria, decimos, y, por lo tanto, un ejercicio incómodo para aquellos que pretenden pasar de puntillas por un momento de nuestra historia que marcó a cientos de familias.
Que cada uno llore a sus muertos, dirán. Sí, podemos estar de acuerdo con esa afirmación, pero no queremos obviar que durante años y años la memoria petrificada y laureada de los caídos por Dios y por España ha permeado el imaginario colectivo de una población, la jienense, que mayoritariamente ignora los hechos que acaecieron el 1 de abril de 1937, cuando una escuadra de aviones de la Legión Condor alemana bombardeó nuestra ciudad de forma sistemática, asesinando a 159 personas, la mayoría de extracción humilde.
Fotografía del bombardeo de Jaén tomada desde uno de los aviones (pincha en la imagen para ampliar) |
De lo que hablamos, en definitiva, es de la necesidad de amplificar urgentemente el relato de nuestra historia más reciente. Amplificarlo en el sentido de hacerlo más complejo, menos reduccionista, más rico en matices y, en consecuencia, mucho más honesto; pero también amplificarlo en el sentido de traerlo con mucha más fuerza a nuestro presente, tan desmemoriado y destejido, tan insolidario y, hasta cierto punto, tan incongruente. Recordar, decíamos en una entrada anterior*, no deja de ser un infinitivo construido socialmente y sometido, precisamente por eso, a las presiones invisibles de la arena política, en la que todos y todas tenemos mucho que decir.
Pensemos, por tanto, que todas estas efemérides malditas pueden servirnos de oportunidad para, en la medida de lo posible, tomar la palabra con la que participar en la urdimbre de un relato recreado permanentemente. No dejemos la palabra al poder. La historia a pie de calle exige el compromiso de los que están manchados y el apoyo de la gente que la (com)padece. Desde tr(a)nshsitoria, hace años que apostamos por ello. Sumemos fuerzas pues.
* (Com)padecer la historia: memoria, poder, conflicto:
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