Hace unos meses, antes de que la helada cayese sobre la ciudad, paseaba a las dos de la mañana por las calles desoladas de Jaén, cuando, sobre un contenedor de basura, encontré varios libros maullando, los pobres, y tiritanto, no tanto de frío como de tristeza.
¿Por qué tira la gente los libros? ¿Por qué se desprenden de semejante tesoro? ¿Acaso para hacerle un hueco aún más grande a su desesperante abulia? No sé, no tengo respuesta, me conformo con actuar: sin pensármelo dos veces abrí mi agujereada mochila roja y me los eché a la saca. De los tres que recogí, regalé dos y me quedé con otro, justo el libro del que ahora os voy a hablar: El mariscal de las tinieblas, de Juan Antonio Cebrían. Nada más y nada menos que la verdadera historia de Barba Azul.
Jamás pensé que la que yo imaginaba una historia para niños fuera lo que en realidad es: un relato escabroso sobre la inagotable capacidad del hombre para hacer el mal. Porque quién demonios iba pensar que Barba Azul, el noble Gilles de Rais, escudero de Juana de Arco y mariscal de Francia, iba a ser uno de los mayores asesinos de la historia, un asqueroso pederasta y un declarado necrófilo. Nunca pensé que esta terrorífica historia (niños asesinados, niños descuartizados, niños secuestrados y torturados hasta la muerte) fuera la base de uno de los cuentos más famosos de la tradición europea.
Quizá el antiguo propietario del libro quisiera apartar de su vida tan inquietante historia. Quizá sea imposible que algunas personas puedan convivir con la certeza de que el infierno está más cerca de lo que se pudiera esperar. Vano intento, el fantasma no desaparece tras cerrar los ojos.
¿Por qué tira la gente los libros? ¿Por qué se desprenden de semejante tesoro? ¿Acaso para hacerle un hueco aún más grande a su desesperante abulia? No sé, no tengo respuesta, me conformo con actuar: sin pensármelo dos veces abrí mi agujereada mochila roja y me los eché a la saca. De los tres que recogí, regalé dos y me quedé con otro, justo el libro del que ahora os voy a hablar: El mariscal de las tinieblas, de Juan Antonio Cebrían. Nada más y nada menos que la verdadera historia de Barba Azul.
Jamás pensé que la que yo imaginaba una historia para niños fuera lo que en realidad es: un relato escabroso sobre la inagotable capacidad del hombre para hacer el mal. Porque quién demonios iba pensar que Barba Azul, el noble Gilles de Rais, escudero de Juana de Arco y mariscal de Francia, iba a ser uno de los mayores asesinos de la historia, un asqueroso pederasta y un declarado necrófilo. Nunca pensé que esta terrorífica historia (niños asesinados, niños descuartizados, niños secuestrados y torturados hasta la muerte) fuera la base de uno de los cuentos más famosos de la tradición europea.
Quizá el antiguo propietario del libro quisiera apartar de su vida tan inquietante historia. Quizá sea imposible que algunas personas puedan convivir con la certeza de que el infierno está más cerca de lo que se pudiera esperar. Vano intento, el fantasma no desaparece tras cerrar los ojos.
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